sábado, 2 de octubre de 2010

Un plus de fe

Domingo XXVII T. Ordinario. Ciclo C
Ha 1, 2-3; 2, 2-4; Sal 94, 1-2. 6-9; 2Tm 1, 6-8.13-14; Lc 17, 5-10

Sabemos que los apóstoles eran un poco duros de mollera, por decirlo benévolamente. Conocemos sus meteduras de pata y sus incongruencias. Pero hoy han dado en el clavo: ellos comprenden que para responder como se debe a lo que Jesús está predicando, para corresponder a todo lo que el Maestro les ha enseñado en su vida pública necesitan un plus de fe. Y se lo piden directamente.

La respuesta del Señor nos puede parecer dura, pero en el fondo está diciéndoles que con un poco de fe se pueden hacer cosas muy grandes. La fe, según los que saben de estas cosas, es la respuesta que da el hombre a la revelación que Dios hace de sí mismo. ¿Cómo pedir que se aumente, si se supone que parte de nosotros? Pues porque como diría san Pablo, todo es don, todo viene del buen Dios, que es capaz de transformarnos si le dejamos. Pero debemos prestar atención, y no pecar de soberbia si vemos que vamos respondiendo como se debe. Porque somos siervos inútiles, porque si en nuestra vida hay cosas buenas, pequeños adelantos, o incluso mejoras a nivel de fe no es más que lo que tenemos que hacer. Decía san Ignacio en los Ejercicios Espirituales una verdad que se nos olvida: “el hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto, salvar su alma”. Si hacemos lo que tenemos que hacer, si cumplimos con nuestras obligaciones y respondemos a lo que se nos pide, eso no debe ser motivo de vanagloria, no podemos esperar nada, ¡para eso hemos sido creados! Otra cosa sería que sin buscarlo nos alabaran, o nos premiaran los hombres, pero lo que le interesa al Señor es la actitud interior que nos mueve, no lo que puedan pensar los otros, los que nos rodean. Por tanto, en tu vida, que es el primer regalo de Dios, trata de vivir como Dios quiere, respondiendo a tanto don que Él nos da, pero hazlo sabiendo que esa respuesta que le das es ya una gracia, y que como tal no la mereces.

Agradécela, vive de la fe, para no ser más que eso, un siervo inútil que ha hecho lo que tenía que hacer.

Emilio López Navas, sacerdote

No hay comentarios:

Publicar un comentario