sábado, 24 de julio de 2010

Mi cáliz lo beberéis

Domingo Solemnidad Santiago Apóstol T. Ordinario. Ciclo C
Hch 4, 33; 5, 12.27-33; 12.2; Sal 66, 2-8; 2 Cor 4, 7-15; Mt 20, 20-28

Dos partes tiene el trozo evangélico de este domingo, Solemnidad del Apóstol Santiago: La primera es la petición de Salomé, la madre de los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan que motiva una respuesta de Jesús. La segunda es la indignación que la súplica materna produce en los demás apóstoles, lo que provoca una nueva intervención de Jesús sobre la autoridad como servicio, siguiendo su ejemplo que vino a servir y no a ser servido.

“Beber el cáliz” es una metáfora biblica con que se alude a la Pasión del Señor. “Mi cáliz, sí lo beberéis”. Santiago fue martirizado por Herodes Agripa hacia el año 44 en Jerusalén.

Santiago el Mayor es, junto con su hermano Juan y con Pedro, uno de los tres “íntimos” de Jesús, testigo de su transfiguración y de su agonía en Getsemaní. Su carácter fogoso, como el de su hermano, les mereció de Jesús el sobrenombre de “hijos del trueno”. Por eso no vacila en contestar a Jesús que está dispuesto a sufrir con Él: “beber el cáliz”. Después de una vida infatigablemente apostólica fue martirizado.

El peso de una tradición multisecular une a Santiago con la fe de los españoles, con la aparición de María en Zaragoza y con el sepulcro del Apóstol en Compostela. La cristiandad medieval europea recorrió con fervor el Camino de Santiago; y los “Años Santos” celebrados periódicamente despiertan esta tradición.

La figura de Santiago Apóstol tiene mucho de ejemplaridad para nuestra fe. Santiago fue mártir de Cristo; reprodujo en sí la pasión de Cristo, “bebió su cáliz”, y entendió su autoridad apostólica como servicio. La figura del Apóstol, itinerante como la Iglesia misma, puede orientar nuestro momento histórico.

José A. Sánchez Herrera, sacerdote

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