sábado, 26 de junio de 2010

Llamados a la libertad de Cristo

Domingo XIII T. Ordinario. Ciclo C
1R 19, 16b.19-21; Sal 15, 1-2.5-11; Ga 5, 1.13-18; Lc 9,51-62

El evangelio de este domingo nos presenta tres vocaciones. El marco en que las presenta el evangelista san Lucas, es muy de su gusto, es un viaje de Cristo y los suyos camino de Jerusalen. Cristo, al que quiera seguirle le pide: despego de los bienes y comodidades materiales, pues el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza, ruptura con el pasado y el presente, incluso con la propia familia, ante el llamamiento de Dios y seguimiento incondicional a Cristo. Y todo esto para quedar libre y disponible y poder anunciar así el Reino de Dios.

Nunca como hoy el hombre ha sido tan sensible a la libertad: prefiere sufrir la pobreza y la miseria antes que la falta de libertad. Esto a nivel de personas y de pueblos. San Pablo hace ya veinte siglos hacía estas revolucionarias afirmaciones, actuales hoy más que nunca sobre la libertad: El cristiano es libre; la vocación cristiana es vocación a la libertad; esta libertad nos la conquistó Cristo; la libertad se expresa y alcanza su plenitud en el amor. Todos somos llamados al seguimiento de Cristo. Por el Bautismo nos hemos incorporado a Él; formamos con Él una unidad íntima: somos su cuerpo, y Él nos hace partícipes de la unción del Espíritu con el que Él fue ungido.

Si es cierto que todos los cristianos participamos por los sacramentos en el sacerdocio de Cristo, también lo es que algunos cristianos han sido revestidos de una “unción especial” en vistas a la edificación del pueblo de Dios. Hombres como los demás hombres. Con sus limitaciones, sus defectos, como todos; con sus cualidades y méritos como todos. Hombres llamados por Dios con una vocación especial. Don gratuito de Dios que da a quien quiere y cuando quiere, ayer, hoy y mañana.

El llamado y agraciado puede ser cualquiera de vosotros, pues no es recompensa sino don. Hombres consagrados con una misión y unas funciones sagradas: evangelizar, consagrar, perdonar; en una palabra: comunicar la vida de Dios a los hombres. Hombres al servicio del pueblo de Dios. Los consagrados no están inmunizados de las repercusiones causadas por la crisis de transformación que sacude hoy al mundo. Como todos sus hermanos en la fe, experimentan también ellos horas de oscuridad en su camino hacia Dios. Más aún, sufren por el modo, tantas veces parcial, con que son interpretados e injustamente generalizados ciertos hechos.

La gran acción y oración sacerdotal de Cristo-sacerdote es la Eucaristía que celebramos. Ejercitamos también nosotros nuestro sacerdocio con Él. Unamos nuestras voces a la de Cristo y pidamos por todos los sacerdotes al Padre con Cristo.

José A. Sánchez Herrera, sacerdote

martes, 22 de junio de 2010

Verano 2010

maxylola.wordpress

Hola! (espero que no sea una entrada demasiado larga...)

En primer lugar debo pedir perdón a lectores y leídos, llevo meses tan liado que no he dedicado tiempo ni a escribir ni a leer, y no tengo perdón... (aunque fuera por estudiar podría haber sacrificado otras cosas y no el blog...)

No voy a profundizar en detalles, a no ser que a alguien le apetezca (en ese caso, comentadlo y creo una entrada nueva con esos detalles)

Después de haber prometido hablar de mi Navidad y no hacerlo, volví a la uni, hice los exámenes de febrero, tuve una experiencia sonora, me saturé, para luego disfrutar en Asunción Castell con JMVSantamarca-SMatías, pasé el día de San José en Salamanca donde me re-encontré con un salmo que conocí cuanto estaba en busca de un proyecto de vida. Todo eso ocurrió y pude dejar constancia de una forma u otra, incluso saqué unos minutos para compartir con vosotros el descubrimiento de Ociozine y de los webmaster, porque el mundo es un pañuelo, pero la familia vicenciana una pañoleta...

Aunque no he compartido mucho más, conseguí ser fiel a mi propósito de compartir cada Domingo el Evangelio según la Diócesis de Málaga, acompañado de imágenes preciosas gracias a Fano.

Hay tantas cosas que se quedaron en el tintero, algunas por desgracia allí quedarán, otras fueron compartidas a través de Facebook o Tuenti, aunque fuera en forma de imágenes.

Ahora, acabé exámenes y trabajos, y, aunque no sé aún las notas ya puedo "elucubrar":

Hª de la Fª Moderna: - Aprobado
Lógica: - Aprobado
Fª del Lenguaje: - Aprobado
Inic. Metafísica: - "Aprobado"
Griego II: - "Aprobado"
Fª de la Religión: - Septiembre [entrevista sobre un libro]
Ética: - Septiembre [trabajo] / 2010-2011
Latín I: - Septiembre [examen] / 2010-2011
Hª de la Fª Contemporánea: - 2010-2011 (2º semestre)
Antropología: - 2010-2011

En total (teniendo en cuenta mis "elucubraciones") he aprobado cinco, y me queda para septiembre un examen, un trabajo (que ya tengo hecho) y una entrevista, para el curso que viene (si apruebo las de septiembre) tendré 2 asignaturas, aunque posiblemente vayan acompañadas con alguna "elucubración" errónea...

En el caso de que tuviera poquitas asignaturas aprovecharía para leer sobre teología, ya que no puedo matricularme si no he acabado con toda la Filosofía...

El curso que viene, Dios Mediante, Nacho y yo seguiremos en el mismo lugar, la Parroquia de san Matías, en Madrid.

Ya está acabado el curso académico, pero aún me queda una comida con mi clase (viernes 25), acompañar a Nacho a coger su vuelo a Londres (Domingo 27) y al día siguiente por la mañana ya estaré yo en Renfe esperando a coger mi tren a Cádiz.

Este veranito tendré como base la casa de mis padres, aunque estaré de campamento del 4 al 10 en Nagüeles (Marbella, Málaga), del 16 al 28 en una convivencia vocacional en Bollullos (Sevilla), desde donde partiremos a Benagalbón (19-23 Encuentro Nacional, y 24-30 Escuela de Catequistas), para volver a casa el 31. El mes de agosto lo dedicaré principalmente a estudiar, aunque claro está, la playa, la bicicleta y los buenos amigos amenizarán los tiempos intermedios. Haré alguna visita a Sevilla, La Línea e incluso, quien sabe, a Málaga.

A finales de agosto volveré a Madrid dispuesto a darlo todo en mi primer "septiembre"! Este año intentaré escaparme de la Semana de Estudios Vicencianos (agosto) para poder estudiar a fondo, así como de la Novena a la Virgen de los Milagros, pues me coincide con los exámenes.

Así pues me incorporaré a san Matías a finales de agosto, la primera semana de septiembre la dedicaré a superar asignaturas y el día 9 nos iremos a Ávila al "Encuentro de estudiantes" junto con los demás seminaristas de España, y allí estaremos hasta el 16, fecha en la que volveremos a la comunidad para prepararnos para el nuevo curso...

Saludos!!

sábado, 19 de junio de 2010

El plan salvador de Dios

Domingo XII T. Ordinario. Ciclo C
Za 12, 10-11. 13,1; Sal 62, 2-9; Ga 3, 26-29; Lc 9, 18-24

Las lecturas de este domingo nos ofrecen una cierta unidad temática en torno al Plan Salvador de Dios: Cristo Jesús aparece como el centro de esta historia de salvación. El discípulo de Cristo, si de verdad quiere seguir el Evangelio, habrá de estar continuamente ajustando “sus planes” al plan de Dios. Frente a nuestros planes: aspirar al poder y a los honores, el prestigio, la comodidad y la seguridad, el deseo de sobresalir o el egoísmo en toda línea, Dios escoge siempre unos medios sencillos y está siempre cercano a los problemas y necesidades del pueblo.

Dios para realizar su plan, no busca sus propios intereses, sino nuestro bien. Se entrega totalmente a los demás. Los medios que Dios escoge para salvarnos son sencillez, humildad, abajamiento y cruz

Dios para continuar su obra de salvación en el mundo, escoge medios sencillos, ocultos y pobres. Los medios por los que Dios nos santifica, los sacramentos, se sirven de elementos corrientes: agua, pan, vino, aceite. Si queremos ser auténticos cristianos, tenemos que cambiar nuestra mentalidad egoísta y soberbia, nuestro afán de dominio, de sobresalir, de prestigio personal, de comodidad, mediante una actitud de sencillez, desprendimiento, humildad y abnegación: seguimento de Cristo.

El Hijo de Dios se rebajó hasta tomar nuestra naturaleza humana, pero se humilló más en su Pasión y muerte. En la Eucaristía sigue esta línea de abajamiento y se hace pan y comida nuestra.

José A. Sánchez Herrera, sacerdote

domingo, 13 de junio de 2010

Mucho se te ha perdonado porque mucho has amado

Domingo XI T. Ordinario. Ciclo C
2S 12, 7-10.13; Sal 31, 1-2.5.7.11; Ga 2, 16. 19-21; Lc 7, 36-8, 3

En el Evangelio de este domingo hay que distinguir la acción que se narra, de la parábola de los deudores que se intercala. La enseñanza última es que Cristo perdona los pecados. Aquí también, como en la primera lectura, hay un encuentro personal entre Dios y el pecador que se arrepiente de su pecado como respuesta-amor al don amoroso de Dios: “Le quedan perdonados muchos pecados, porque tiene mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra”.

Hablar del pecado hoy día, a más de uno le parecerá trasnochado. Se dice, y parece una verdad irrebatible, que el hombre moderno ha perdido el sentido del pecado. Sin embargo, el hombre de nuestros días, lo mismo el creyente como el que no lo es tanto, no ha perdido sino cambiado la atención o centro de gravedad sobre lo que a la gente le preocupa, incluso le angustia. La gente protesta instintivamente ante las injusticias sociales, las inmoralidades administrativas, el desamor en la convivencia humana, la especulación del suelo y de la vivienda, la opresión del debil, y la miseria injustificada de tantos semejantes.

El pecado, más que como una acción o un acto aislado en la vida del ser humano, hay que verlo como una actitud personal y responsable. El pecado radica en una opción personal contra Dios y contra los hermanos.

El pecado es el gran obstáculo en el seguimiento de Cristo; es la pérdida de la salvación y la pérdida de Dios, es la oposición a la voluntad de Dios manifestada en su Ley de Amor, es la mentira radical de la propia vida, es la alianza con las tinieblas y la potencia maligna que se oponen al Reino de Dios. Pero en la vida de toda persona es posible la victoria sobre el pecado, porque Cristo fue el primero que lo venció con su muerte y resurrección de la que participamos los cristianos. Para celebrar dignamente la Eucaristía y participar del cuerpo del Señor necesitamos estar libres de pecado. El Bautismo, el sacramento de la penitencia y el acto penitencial con el que iniciamos cada Eucaristía purifican nuestra conciencia; pero no basta una pureza legalista. Es necesaria una actitud de profunda humildad y conversión, de amor a los demás, de guerra incondicional al pecado a todos los niveles, hasta lograr la victoria sobre el mismo con Cristo resucitado.

José A. Sánchez Herrera, sacerdot

sábado, 5 de junio de 2010

Cantemos al amor de los amores

Domingo Corpus Christi T. Pascual. Ciclo C
Gn 14, 18-20; Sal 109, 1-4; 1 Co 11, 23-26; Lc 9, 11b-17

“Cantemos al amor de los amores”. A ese amor de Dios que no se guardó a su Hijo, sino que por amor nos lo entregó, y nosotros lo entregamos a la muerte.“Cantemos al amor de los amores”. A ese amor de Dios que no se guardó a su Hijo, sino que por amor nos lo entregó, y nosotros lo entregamos a la muerte.

La Eucaristía es la actualización repetida y constante de esa entrega del Señor. En cada celebración de la Eucaristía, el Señor repite milagrosamente su entrega. Se actualiza su sacrificio. Se hace presencia evangelizadora. Ante el mundo egoísta y violento, ante los hombres y mujeres que viven en la soledad y el dolor, el Señor se hace sacrificio, entrega y presencia para acompañar solidariamente soledades, para curar heridas y paliar dolores.

Es el amor de Dios que se hace comunión. El amor de los amores es, como dice el Cantar de los Cantares, el amor más grande y hermoso, el más apasionado, más entregado y más comprometido El mandamiento de amor, más que un mandato, es una necesidad, porque el amor necesita amar. Al amarnos, al comulgar en su amor, Cristo nos da una capacidad y una urgencia de amor.

La Eucaristía es también pan partido y dividido. Contrasigno de las divisiones que separan a los hombres y los enfrentan en bloques culturales, raciales, sociales o económicos.

Jesucristo bendice el pan, lo parte y lo multiplica y lo hace para saciar nuestra hambre, porque le damos pena, pero también para enseñarnos dos cosas: primera, que cuando el hombre comparte, Dios multiplica; segunda, que en el Reino de Dios todas nuestras hambres, todas, serán saciadas. Pan compartido para enseñarnos a poner en común cuanto tenemos y cuanto somos.

Si comemos de este pan y bebemos de esta copa, si nos alimentamos de este amor, no hace falta decir más. Se notará enseguida que hemos recibido esta santa energía. Hoy queremos adorarlo en adoración agradecida, queremos instaurar la cultura del compartir contra la del acaparar, la del servir contra la del dominar. Cantemos al amor de los amores y hagamos canciones a la esperanza, a la belleza, a los deseos de un mundo mejor, a los gestos generosos y a las personas entregadas.

Cantemos a los testigos y a los trabajadores por el Reino.

José A. Sánchez Herrera, sacerdote