sábado, 30 de enero de 2010

El hijo del carpintero camina con su Padre del cielo

Domingo IV T. Ordinario. Ciclo C
Jr 1, 4-5.17-19; Sal 70, 1-6.15.17; 1Co 12,31-13,13; Lc 4, 21-30

He tenido la oportunidad de escuchar de sacerdotes, consagrados y seglares -hombres y mujeres, adultos y jóvenes, matrimonios y célibes- y compartir con ellos experiencias de la propia vida que me han impactado. Entiendo que se da un denominador común en la mayoría de estas experiencias comunicadas: ser “invitados” a una novedad de vida y sentir que los propios límites de uno mismo, se“agrandan” o amplían sin medida. Yo, además, tengo grabado en lo profundo de mi ser la sensación de sentirme “favorecido” por la confianza que Alguien ha depositado en mí y a la que trato de no defraudar con agradecimiento y esforzada dedicación y empeño, envuelto en debilidad y, reconozco que también con algunos “recelos”.

“Te escogí… te consagré… te envío… Yo estoy contigo para librarte”. Jeremías toma conciencia de su vocación como profeta. ¿Cuántos nos vemos identificados con esta llamada-invitación?, ¿o con esta consagración-misión?, ¿o con esta fiel compañía favorable?... La conciencia de sentirme un vocacionado, me hace bien, me hace feliz. Y la razón primera y última de esta elección-consagración-misión es alcanzar y disfrutar lo excelente, lo máximo, en cristiano, “ambicionando lo mejor”. Para ello el camino mejor es el amor. Amor paciente, afable, no envidioso ni presuntuoso, no egoísta ni mal educado… Un amor así, no pasa nunca, no se acabará.

“Comenzó Jesús a decir en la sinagoga: Hoy se cumple esta Escritura… y todos le expresaban su aprobación”. En la celebración del Año Sacerdotal el Señor Jesús sigue llamando y prolongando el HOY de la salvación ¿le expresamos nuestra aprobación y admiración con un firme compromiso eclesial expresado en la colecta extraordinaria de Cáritas a favor de los damnificados de Haití, en la celebración eucarística de este domingo, certificando, así, que el amor lo puede todo?

Juan Manuel Barreiro, sacerdote

viernes, 29 de enero de 2010

Sonidos...


Habrá quien también le suene… hoy me han inspirado… es una forma curiosa de describir mi mañana…
06:37 Primera alarma: Wegue Wegue (no es Wiki Wiki), aún quedan unos minutos… 06:43 Segunda alarma: Looking for paradise, esta no es la definitiva… 06:48 Tercera y última alarma: Marcha fúnebre (su elección denota lo que me gusta levantarme), es hora de cambiar lo horizontal por lo vertical y viceversa… Oigo pasos en el pasillo, Nacho ya está activo mientras yo aún ando en el gerundio… Enciendo mis móviles, el vibrador me transmite los buenos días de personas de varios puntos de España… El pantalón de nylon genera electricidad estática (que ya me encargaré de transmitir involuntaria y directamente al codo de mi compi). Llaves, cremalleras, cisternas, ya estamos listos para bajar a desayunar (hoy no tenemos horario normal, lo cambiamos por la presencia de un examen). El ordenador se ha reiniciado y está listo para volver a conectarse. Abajo escucho mi vaso de leche que entra en el microondas por una mano ajena, me están esperando. Puertas que hay que tirar después de cerrar para que no se vuelvan a abrir solas. Cerraduras ruidosas, escalones nada sigilosos, olor a pan recién tostado… Tapas del café y de la azúcar, cucharas que remueven, pan que cruje, galletas que se rompen, sorbos que evitan manchar el mantel… risas que lo acompañan todo… ahora agua, vasos en el fregadero, coche que arranca, portón tan discreto o más que las escaleras, partimos para la uni… Por el camino escuchamos laudes en un CD, hoy no nos lo perdemos… Misericordia Dios mío, misericordia… Sincronizados con la bendición final se para el coche en el aparcamiento, se apaga el motor, se abren las puertas… que frío… un silencio sepulcral, la humanidad aún duerme o está oyendo ahora las cucharas y las galletas… sala de lectura… ¿Por qué se llama así? Si lo que menos puedes hacer es leer, aquí no hay silencio, la gente cuchichea sin parar… Cremalleras, folios, lápices, comenzamos a oír la materia en nuestra cabeza, pero no hay silencio… “¿Qué hora es?” Pregunta una chica a su compañera, Nacho se adelanta y contesta “las 8:15”, “gracias”, y se hace el silencio… aunque no por mucho tiempo… abre puerta, cierra puerta, que trajín se traen, al final la rompen… Vibra mi móvil en el bolsillo, es hora de que Nacho se marche al examen, últimos avisos, un abrazo, “suerte”… Me tomo un descanso, abro mi correo y echo un ojo al blog, repaso entradas anteriores, “Sonidos”, ese lo leí por encima (lo siento), ahora lo leo tranquilo mientras resuena Amelie en mi cabeza, abro Spotify y al sonido de acordeón, un reloj, una bicicleta, un piano… imagino los sonidos que leo… hoy me siento inspirado… es una forma curiosa de describir mi mañana…

Aún me quedan dos exámenes y todos los trabajos por comenzar, de momento los que he hecho no han salido demasiado mal, hay esperanza. Continúo con mi trabajo, seguiremos informando…

sábado, 23 de enero de 2010

"El espíritu de Dios está sobre mí"



Domingo III T. Ordinario. Ciclo C
Ne 8, 2-4a.5-6.8-10; Sal 18, 8-10.15; 1Co 12, 12-14.17; Lc 1,1-4; 4,14-21

Con la fuerza del Espíritu, Jesús camina, enseña, ora, proclama la Palabra. Jesús “Hombre del Espíritu” cuenta con la alabanza y aprobación de la gente que lo escucha, que ve sus signos, que participa de su acción salvadora, que hace camino con Él.

Jesús “Ungido por el Espíritu” suscita el entusiasmo de la gente, su persona, su actividad, palabras y acciones, es el Evangelio que se hace misión con los pobres, cautivos, ciegos, oprimidos.... de ayer y de hoy.

Jesús “Enviado por el Espíritu” congrega en torno a sí, a muchos que son testigos del eficaz cumplimiento, de las promesas de Dios en Él, de sus palabras por las acciones que le acompañan, del “hoy” de la salvación (tiempo nuevo y definitivo) por la presencia actuante del Espíritu en Él que siempre produce alegría.

También “hoy se cumple esta PALABRA que acabáis de oír” en nosotros, la Iglesia, en muchos que tienen los ojos fijos en Él, en muchos que escuchan y ponen por obra esta palabra viva y eficaz, en muchos que se dejan poseer por la Palabra, la encarnan y revelan de modo actualizado el Evangelio.

También “hoy”, Año Sacerdotal, el Evangelio es anuncio-misión, con los niños protagonistas en la Jornada de la Infancia Misionera, conmigo, contigo, con nosotros, pues “ayudar a Dios a ser más conocido, ayudar a los hombres a conocerle, es nuestra misión” (Martín Descalzo).

Si como expresó la B. Teresa de Calcuta “la primera pobreza de los pueblos es no conocer a Cristo”, siento la urgencia como cristiano, como sacerdote, como iglesia “miembro del Cuerpo de Cristo… donde todos por igual se preocupan unos de otros”, de seguir anunciando el Evangelio -palabras que son espíritu y vida-. Otra vez más con Martín Descalzo: “Me encanta esta profesión de ir por las calles diciéndole a la gente que Dios le está amando”.

Juan Manuel Barreiro, sacerdote

Exámenes febrero

Comienzan los exámenes, más bien, ya han comenzado. Mi compi comenzó el lunes pasado, y cuando él, en el día de ayer, tomaba el primer plato yo tomaba los entremeses de lo que será un menú del día no muy largo aunque no por ello sencillo.

Después de enfrentarme al Elogio a Ciro, del libro primero de Anabasis, del historiador griego Jenofonte, por su puesto en Griego, cesan las clases para prepararnos, el miércoles llegará Hª de la Fª Moderna (Descartes, Locke, Hume, Rousseau…), el lunes siguiente Fª del Lenguaje (búscalo en Internet, no sabría explicarlo en una frase), terminaré el miércoles con Fª de la Religión (su nombre lo indica, la parte de la filosofía que habla de Dios). Y ese día comienza el postre, trabajos, trabajos y más trabajos… KANT – Introducción a la Crítica de la razón Pura (Moderna), MIGUEL GARCÍA-BARÓ – Del Dolor, la Verdad y el Bien (Religión), MEMORIA ¿Qué es la Ética? (Ética)…

En fin, espero que todo esto acabe pronto y lo mejor posible para todos, D.M.

Sigue pendiente mi crónica sobre mis navidades...

sábado, 16 de enero de 2010

"Haced lo que él os diga"





Domingo II T. Ordinario. Ciclo C
Is 62, 1-5; Sal 95, 1-10; 1Co 12, 4-11; Jn 2, 1-11

La Liturgia nos adentra en el Tiempo Ordinario que tiene de extraordinario la oportunidad de ofrecernos a todos los bautizados seguir profundizando en el Misterio de Cristo, desde el acontecimiento de la Pascua de Resurrección y Navidad-Epifanía que recientemente hemos celebrado, y vivirlo en el desarrollo de la vida de cada día, todos los días.

Jesús sigue manifestando su gloria con signos eficaces de gracia, de amor. Amor apasionado, alegre, festivo, divino de Dios-Esposo con su Esposa-cada persona-la Iglesia-la Humanidad, engalanada por el Espíritu con variedad de dones, servicios y funciones que facilitan la comunión vocacional, fraterna, de misión para el bien común. En el episodio de la boda de Caná, en Galilea, “misterio de luz” con la presencia de la Virgen María, donde el Señor Jesús es también invitado con sus discípulos, la celebración se hace Fiesta con el “vino bueno” (de la Alianza nueva y eterna), en la que la Madre de Jesús provee el paso de la Antigua (“no les queda vino”) a la Nueva y definitiva Alianza.

El signo realizado por Jesús manifiesta su gloria y al ser contemplado por sus discípulos hace crecer la fe de éstos en Él. En este Año Sacerdotal, donde estamos llamados a explorar y redescubrir la grandeza de este sacramento, perseverando en la amistad de Dios y que nos santifica en la verdad, participar este domingo del banquete Eucarístico que anticipa el banquete del Reino, de las bodas del Cordero, nos hace “contar las maravillas del Señor a todos” y nuestra oración con el profeta se hace misión: “por amor... no callaré, no descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia y su salvación llamee como antorcha”.

Juan Manuel Barreiro, sacerdote

martes, 12 de enero de 2010

De vuelta a la uni

¡Cuánto tiempo! Estas navidades no he cumplido con vosotros, ni con la uni, ni con el blog. En resumen, me ha dado tiempo de disfrutar de la familia (y ellos de mí) y de ver a viejos y no tan viejos amigos. Espero poder extenderme en otra ocasión, pero hoy tan sólo quiero saludaros y haceros llegar mis impresiones de hoy (omito todo lo vivido, sentido y sufrido estas vacaciones, ya lo haré)

Ayer comenzó la mañana con (buenas) noticias sobre la uni: “han cancelado todas las clases en Madrid”, bien, así podremos trabajar en casa. Trabajamos hasta las 10, hora a la que nos tomaríamos un descanso para bajar a MoviStar (pues se me ha estropeado el móvil), allí me dicen que ellos no envían a Servicio Técnico (cosa que no concuerda con lo que me dijeron en Cádiz), que tengo que acercarme a Guzmán el Bueno 37, bueno pues allá vamos. Cogemos el metro en dirección a esa estación, nos bajamos, buscamos el 37 y allí no hay nada, preguntamos a la gente y nadie le suena lo del Servicio Técnico de Sony Ericsson, menos mal que Nacho dijo “estamos en la estación de Guzmán el Bueno, pero no tiene por qué ser la calle, lo comprobamos y así era, no estábamos en la calle correcta, preguntamos y ¡bien, está ahí mismo! Miramos el número y pone ciento cuarenta y pico… Más de cien números por recorrer… Pues nada, ya que hemos llegado hasta aquí… Bajamos, bajamos, bajamos, bajamos… Aún faltan unos números cuando veo una tienda que pone en grande “Sony Ericsson”, es el número 43, pero yo voy a preguntar, por si acaso… menos mal que pregunto, resulta que en el 37 hubo hace años un S.T. de Siemens, pero ya no está… Cuando terminé la gestión me dice que el metro más cercano es Argüelles, o sea, a tres o cuatro paradas de donde nos bajamos, 10min de recorrido en metro, os podéis imaginar cuánto tardamos andando… y con hielo y nieve…


La tarde la omito, y paso al día de hoy, que cómo podréis comprobar por la hora de la actualización, no tengo clase, el profesor tiene que venir desde lejos en tren y no llega, así que hasta las 11:10 no tengo clase… voy a aprovecharlo…


Cuando tenga otro ratillo os pondré al día de mis vacaciones…

Ahh, y Feliz año! jeje

sábado, 9 de enero de 2010

Por el bautismo nos acoges



Domingo Bautismo del Señor Navidad. Ciclo C

Is 42, 1-4.6-7; Sal 28, 1-4. 9-10; Hch 10, 34-38; Lc 3, 15-16.21-22

Hoy celebramos una nueva epifanía: la manifestación del Mesías en su bautismo. Jesús va a comenzar su vida pública, proclamando, con palabras y obras, la Buena Nueva. Por eso, hoy el Padre nos lo presenta, solemnemente.

En un clima de oración y de solidaridad, Jesús entra en el río Jordán, asumiendo toda la realidad humana y cargando con el pecado del mundo, para ser bautizado por Juan. El Espíritu penetra hasta lo más íntimo de su ser y cambia su vida. Se siente ungido y enviado. Y deja su familia para evangelizar a los pobres, curar a los enfermos, liberar a los cautivos, perdonar los pecados y predicar el Reino de Dios. Lo hará como Hijo y como siervo de la humanidad.

Pero este Hijo tiene un estilo propio de actuar: el miedo, que nos separa, se hará amor, que une los corazones. Elegirá servir a dominar, darse a recibir, ser a tener y aparentar, curar a herir, perdonar a castigar, ofrecer a imponer. Y que nadie se confunda. Oigamos al cielo: “Tú eres mi Hijo, el amado, mi predilecto”. No es un soñador. Es el Hijo, la Palabra definitiva de Dios. Dirán de él que nadie habló con tanta autoridad. Ni las amenazas de los poderosos, ni los sofismas de los letrados lo alejarán del proyecto del Padre. Será libre, por ser pobre y, al ser libre, libertador.

Santo, como el Padre, fiel, misericordioso, “pasará por el mundo haciendo el bien”. Es nuestro hermano, sí, pero también nuestro Señor, la gran oportunidad para que nadie se pierda y todos se salven.

En el bautismo fuimos incorporados a Cristo, como los sarmientos a la vid, y ungidos con el crisma de la salvación para ser sacerdotes de un culto nuevo: la entrega gratuita a los demás; profetas de la esperanza, que anuncian el reino y denuncian cuanto lo impide; y reyes, señores de la libertad para amar y servir. Con el Espíritu recibido, podemos “sentir” al Padre: “tú eres mi hijo”. La Eucaristía es el culmen de la unción bautismal. Nos hace cuerpo de Cristo y nos compromete a vivir el amor de hijos y el servicio de hermanos.

Que venga a nosotros el reino ¡Sed felices! Oremos para ser libres y felices. Esto no es egoísmo fratricida sino fraterna autoestima: “Amarás a tu prójimo, como a ti mismo”. Que nos apasione, como a Jesús, el reino de Dios y su justicia, la vida abundante y feliz para todos (Jn 10,10). Si no eres feliz, amargarás la vida a tu barrio. Alguien, sin corazón ni entusiasmo para vivir, acabó con seis millones de semejantes. Dios te manda flores cada primavera y un luminoso amanecer, con la sinfonía de los pájaros, cada mañana. Quiere vivir en tu corazón. ¡Está loco por ti! ¿Y tú? Hasta siempre, amigos. Un abrazo.

Antonio Ariza, sacerdote

sábado, 2 de enero de 2010

Seamos luz que conduzca a Jesús



Domingo II Navidad. Ciclo C
Si 24, 1-4.12-16; Sal 147, 12-15.19-20; Ef 3-6.15-18; Jn 1, 1-18

Hoy contemplamos, nuevamente, el misterio de la Navidad, pero desde una dimensión más teológica y poética. El prólogo del cuarto evangelio tiene su origen en un antiguo himno cristiano, a modo de villancico, que expresaba y celebraba la fe de la comunidad en Cristo, como Palabra eterna de Dios, su origen intemporal, su categoría divina y su influencia en el mundo y en la historia. El evangelista lo adoptó, haciendo algunas modificaciones.

Dios tenía un proyecto: la nueva humanidad divinizada, reflejo de lo que será el Hombre Jesús. Solidario con nosotros, en un amoroso vuelo, bajó para encarnarse en las entrañas de una mujer: “La Palabra se hizo carne”. Es la afirmación más profunda de la teología cristiana.

Las tinieblas quisieron, pero no pudieron sofocar la luz. Es el misterio de la Encarnación, difícil de aceptar en el ayer (docetismo, arrianismo, monofisismo, monotelismo…) y en el hoy de la Iglesia. Encarnarse es bajar y meterse en el fango, en el drama del mundo, en el lugar más bajo y humilde, ¡como un amigo! La palabra carne, en griego “sarx” –¡cómo la dice D. Manuel Pineda!– manifiesta el abajamiento, la kenosis, la humillación de que nos habla Pablo en su carta a los filipenses (2, 6-8).

Acampó, como uno más: nació niño, como todos, y pobre, como la mayoría. Escogió el camino de la humildad y del servicio, de la solidaridad y de la misericordia.

La Palabra no se encerró en los libros ni en el Templo, sino que se alojó en la calle de la Humanidad, como pan de vida (Jn 6,22-58) y agua viva (Jn 4,10-16) para el hambre y la sed de la gente y como luz del mundo. Pero “vino a su casa y los suyos no lo recibieron”. La causa del rechazo fue la ceguera para ver y amar a Jesús.

¿Y nosotros? ¡La Palabra se sigue encarnando en el pobre, en el enfermo, en todos los hombres! (Mt 25, 31-46). “Y hemos contemplado su gloria”. Esa gloria de Dios se revela en el servicio que se ofrece desde lo más bajo. Es quitarse el manto, como Jesús, coger la toalla y ponerse a lavar los pies, servir al prójimo para que viva feliz. “Los que reciben la Palabra pueden llegar a ser hijos de Dios”. “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!

Que el Señor nos acompañe cada día en este año que comienza y que el encuentro de los domingos en la Eucaristía sea signo, acción de gracias y experiencia de esta compañía. Que venga a nosotros el Reino. ¡Sed felices!

Antonio Ariza, sacerdote